Paralelismos entre paisajes impresionistas
Cuando dos paisajes tienen cosas en común aunque su tema sea diferente
Los puntos en común de dos cuadros que he pintado recientemente en los que se puede apreciar la ciudad en la lejanía.
El paisaje siempre ha sido un motivo recurrente en toda la pintura que realizo como se puede ver a lo largo de esta serie de cuadros que he pintado en diferentes galerías.
A veces coincide la realización de paisajes distintos, con un tema también distinto pero que por circunstancias tienen unos rasgos paralelismos entre cuadros impresionistas que los acerca.
Este es el caso de estos dos paisajes que presento aquí. Por un lado un paisaje de Madrid desde uno de los puntos que más me gusta pintar la ciudad que es la conocida «cornisa madrileña». Y por otro lado un paisaje también en la lejanía del Puente de Vizcaya que une las localidades de Getxo y Portugalete.
El paisaje de Madrid
El paisaje madrileño siempre ha reunido gran cantidad de motivos. No solo a nivel urbano sino en los alrededores de la ciudad. Creo que recorriendo el extrarradio se puede capturar un paisaje muy variado.
Desde lo más moderno de la ciudad a lo más antiguo que permanece inalterable.
Tal es el caso de la obra que comento, tomada en un paisaje desde los alrededores de la Casa de Campo.
Hoy día, decir lo que voy a escribir puede resultar extraño pero el hecho de que Madrid disfrute en la actualidad de un entorno natural protegido dentro de la misma ciudad es debido a que eran espacios acotados y destinados a la caza u otras actividades por la realeza.
Esto hizo que posteriormente esos espacios fueran donados por la Casa Real a Patrimonio Nacional para disfrute de todos y a la vez, se protegieron para evitar una edificación descontrolada.
Por ello por ejemplo la Casa de Campo y el Monte del Pardo son dos espacios naturales junto a Madrid que permanecen inalterables y protegidos, lo cual es una gran ventaja.
Una visión impresionista
En los alrededores de la zona centro de Madrid y a la que se puede acceder a pie, se encuentra una de las vistas más bonitas de esta parte antigua de la capital. Creo que conserva ese aire de hace siglos, cuando Madrid, tenía murallas y el río Manzanares hacía de división y protección rodeando la villa entonces muy pequeña y con nada que ver con lo que es ahora.
Sin embargo esta zona donde se encuentran algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad, puede que sea también una de las más representadas por muchos artistas por ejemplo Goya o Beruete.
Ambos desde puntos distintos pero muy cercanos a la localización desde la que he pintado esta obra. Una mirada impresionista, con pinceladas sueltas y de gran colorido y luminosidad.
Es un color real al que suele haber un día de otoño o invierno. El chorro vertical del geiser del Lago de la Casa de Campo rompe esa monotonía de arboleda de un lado al otro del cuadro.
Arboleda que tiene tonos pardos, con algunos grises y violetas mezclados que ponen de manifiesto el entorno de árboles de hoja caduca, mientras que los pinos con sus verdes en su amplia gama se apostan en los laterales y la zona más inferior del cuadro.
Al fondo el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, la Basílica de San Francisco el Grande entre otros resplandece iluminada por el sol.
Un cielo claro de un azul muy suave se mezcla con unas nubes realizadas con pinceladas sueltas y empastadas. Una captura impresionista de este paisaje que es tratado casi como una fotografía en su composición.
La ría de Bilbao en paisaje impresionista
Sobre estas líneas el otro paisaje de otra población y otro ambiente muy diferente que es la Ría de Bilbao que divide las poblaciones de Getxo y Portugalete y que une el Puente Vizcaya.
Se trata de un cuadro al oleo de semejantes dimensiones y con una composición similar al paisaje madrileño.
Las diferencias son evidentes pero a nivel compositivo se pueden hallar esos paralelismos entre estos cuadros impresionistas. Ya que se deja el cielo destinado a una franja más estrecha que el resto de los espacios del cuadro. Las nubes igualmente decoran este cielo también luminoso de un azul claro en un día con mucha luz.
A la izquierda algunos edificios de ventanas alargadas y de colores anaranjados y ocres contrastan con los azules de la ría en los que el cielo se refleja también en un día de otoño por las tonalidades de los árboles que adornan el primer término de la obra.
Pintado al oleo y con una técnica muy similar al anterior, se compone de multitud de pequeñas pinceladas cruzadas entre si en vertical y horizontal.
Paisaje con el Puente de Vizcaya
Evidentemente, nada más ver el cuadro se puede apreciar que mi intención era retratar el Puente de Vizcaya que es donde se centra la composición del cuadro permaneciendo este en la parte central de la pintura.
Destacando esta obra de ingeniería y que es de gran admiración por cualquiera que lo ve por primera vez.
En el primer cuadro, el camino trazaba una línea de abajo a arriba desde donde nuestra mirada recorría entre árboles el paisaje descubriendo así cada parte del cuadro.
Pues bien, en esta obra, la ría que desemboca en el Mar Cantábrico tiene el mismo propósito y recorriendo su trayectoria se nos descubre el paisaje. Hasta llegar al puente con el transbordador y el entramado de edificios y al fondo la costa y el horizonte.
Se trata también de un cuadro realizado con una luz de atardecer que se percibe en los colores algo amarillentos de todo el conjunto.
Cuando el sol se encuentra un poco bajo iluminando de modo casi frontal todo antes del momento del crepúsculo.
Presentación final de los cuadros
Para finalizar me gustaría añadir un par de imágenes de ambos cuadros montados con los marcos. La intención también es poderlos ver a la vez para ver sus elementos comunes a pesar de tratarse de paisajes muy distintos. Creo que es importante el poder ver las obras en una misma mirada tal y como aquí las presento y así poder encontrar esos paralelismos entre estos cuadros impresionistas.