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Cuadro al oleo de la Laguna Grande de Peñalara, Madrid.

Un paisaje de Peñalara a la que se la que se considera la montaña más alta de Madrid y de la Sierra de Guadarrama con sus 2.400 metros de altitud sobre el nivel del mar es uno de los lugares a los que se puede llega con relativa facilidad. 

En este oleo que presento se puede apreciar la cumbre de esta conocida montaña y símbolo del excursionismo madrileño. El oleo está pintado desde la misma ladera de la montaña muy cerca del final y en ella en la zona inferior izquierda, se puede ver a una pareja de excursionistas caminando hacia el final de su ruta.

El cuadro tiene mucha luz, la luz de Madrid, ya que está pintado desde la vertiente madrileña y no segoviana. El monte bajo proporciona color al paisaje grisáceo de la montaña granítica con tonos verdes, amarillos de retamas y piornales.

A esta altitud, el aroma dulzón del piorno se respira así como el del cantueso o el tomillar. A la hora de pintar este cuadro, he tenido presente unas líneas del poeta Enrique de Mesa y que comparto ahora: 

«Esta es la Peña Lara, la más alta cumbre, señora de la serranía. Desde su risco mas enhiesto se otean ambas Castillas: ella las separa. A un lado el solar viejo, el pardo y grave terruño segoviano, con sus seculares castillos roqueros: Pedraza, Sepúlveda, Turégano; al otro, la llanura amarillenta, grísea, con sus ventas fementidas y sus molinos de viento. La vieja Castilla, ennoblecida por los hidalgos cuerdos, y la nueva Castilla sublimada por el hidalgo loco. El solar del Cid y la tierra de Don Quijote».

El cielo, ese cielo de un azul intenso propio de Madrid es adornado por algunas nubes que acarician la cumbre y los restos de nieve del invierno pasado.

En algunas partes de la Sierra de Guadarrama se pueden encontrar neveros que es el nombre que tienen estas acumulaciones de nieve, como el que se aprecia en la zona central en la umbría y que en ocasiones se pueden apreciar en la lejanía bien entrado el verano.