Sorolla en Toledo
Cuando Sorolla viajó a Toledo
El pintor valenciano pasó algunas temporadas retratando el paisaje toledano así como algunos tipos propios de la ciudad .
Pintó tanto paisajes de la ciudad y gentes con trajes tradicionales que utilizaría para los paneles encargados por la Hispanic Society de Nueva York.
Aparte de estos bocetos y obras preparatorias realizó otras obras únicas de motivos que llamaron su atención.
«El castillo de San Servando, Toledo». Oleo sobre lienzo. Joaquín Sorolla.
Llevaba desde hace algunas semanas escribiendo este artículo sobre los viajes que Sorolla realizó a Toledo cuando se ha inaugurado recientemente en el Museo del Greco de la exposición que lleva por título, «Viajar para pintar» en la que se muestra una serie de obras realizadas por Sorolla cuando viajó a Toledo.
En la muestra se dan cita tanto obras de tipos con vestimentas regionales como paisajes desde diferentes lugares de la ciudad.
Como digo, llevo indagando en este artículo desde hace tiempo sobre la obra realizada por el pintor durante ese tiempo y esta exposición de alguna manera enriquece lo que he estado investigando. en los últimos meses acerca de estos viajes.
Viajes que en la actualidad visitamos la ciudad en el mismo día de manera fugaz y no lo consideramos como un viaje.
Sin embargo en el año 1905 que fue una de las campañas más importantes del artista, era considerado un viaje en toda regla ya que los desplazamientos eran lentos y el modo de viajar era muy diferente.
Por lo tanto, uno no se desplazaba por ejemplo de Madrid a Toledo y volvía en el día ya que los medios de transporte eran más precarios y lentos.
De manera que el viaje se realizaba para permanecer en la ciudad y alrededores de la provincia al menos un tiempo considerable.
Esto tiene su parte positiva ya que se saca mayor provecho al viaje y se absorbe de mejor manera todo lo que se ve. En el caso de Sorolla, plasmando en sus lienzos impresiones de la ciudad, paisajes y tipos que encontraba a su paso. De la mano de su amigo Aureliano de Beruete que también solía pasar temporadas de otoño en Toledo.
Y también sacando ideas para su gran proyecto que estaba en marcha de la mano de la Hispanic Society of America en Nueva York y en concreto de su fundador, Archer Milton Huntington que le encargó a Sorolla la realización de varios paneles para ilustrar y decorar las salas de la fundación. Este gran proyecto vino a llamarse como «Visión de España» por el propio Sorolla.
A través de varios tipos con trajes regionales y otro tipo de personajes de la vida cotidiana de las diferentes regiones españolas, así como paisajes, el pintor ofrecía esta visión sobre resumida sobre España en Estados Unidos.
Por ello dedicó mucho tiempo a recorrer España en busca de estos motivos para poder pintar. Por ello y aprovechando la amistad que le unía con Beruete, dedicó en el otoño de 1905 y 1906 a recorrer Toledo y poder tener varios lienzos, unos a modo de estudio para poder pintar en mayor tamaño los paneles que tenía encargados y por otro lado dichos cuadros le servirían como relleno para algunas exposiciones que tenía en marcha en Europa.
Sobre estas líneas un paisaje de la Sierra de Guadarrama utilizado como apunte para el panel definitivo titulado «Castilla, la fiesta del pan» para la decoración encargada por la Hispanic Society of America.
Este interés por Castilla venía determinado por varias causas, sobre todo, por la preocupación de su paisaje manifestada por algunos de los escritores de la Generación del 98, esencialmente Azorín. Trasladando todo esto a lo personal he de confesarme como un gran admirador de la obra de Azorín. Porque el escritor parece un pintor que escribe. La descripción precisa, justa y sin adornos que hace del paisaje hace que inmediatamente podamos ver ese paisaje realizado por los pintores de su generación.
También el interés por la Sierra de Guadarrama manifestado por la Institución Libre de Enseñanza, creada por Giner de los Ríos, que la conducen a realizar un gran estudio de la misma desde muy diversos puntos de vista.
Por otro lado como comentaba anteriormente, la relación de Sorolla con Aureliano de Beruete que gustaba de pintar las provincias limítrofes a Madrid y el plasmar la belleza del paisaje castellano y sus ciudades con cierta melancolía y pesadumbre por ese pasado de gloria y fortuna en el siglo XVII. En los siglos de oro en los que vivieron y trabajaron El Greco o Velázquez.
Ese resurgir del Regeneracionismo después de la pérdida de las colonias en Cuba y Filipinas, crea un nutrido grupo de escritores, pintores y músicos también que quieren aportar optimismo y esperanza para el futuro de España en las siguientes generaciones ofreciendo lo que fuimos y lo que somos.
En ocasiones esa mirada se desvía y no se logra el objetivo propuesto ya que también existen miradas más realistas que subrayan la situación en ocasiones precaria tanto del paisaje ruinoso como el paisanaje empobrecido.
En la obra de Darío de Regoyos o Zuloaga con tipos y escenas más oscuros que dejan ver la España negra y se siente más esta visión en contrapunto con el modo de ver las cosas de un modo más optimista y alegre de Sorolla. No escondiendo sus detalles más realistas cuando retrata por ejemplo tipos de la calle, como ciegos, niños o gentes del campo, pero ciertamente centrándose mucho más en la luz, el color y no dramatizando estas características.
En octubre de 1906 Sorolla se encuentra en Segovia. En una carta que escribe a su mujer, el pintor le comunica que ha visitado parte de la ciudad y los jardines del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso. El 10 de octubre siguiente le comunica que ha nevado y a ese momento debe pertenecer la tela «Tormenta sobre Peñalara Segovia».
Aquí comienza su periplo por Castilla y sus ciudades y pueblos por los que suele parar, retratando la luz y los tipos que ve. Más tarde regresa a Madrid y el 21 de octubre indica por carta de nuevo a su mujer, que ha llegado a Toledo.
Parece ser que hasta el 4 de noviembre de ese mismo año permanece allí. En Toledo se encuentra Aureliano de Beruete y comparten mesa y mantel en el Gran Hotel de Castilla en el que solía alojarse los otoños este último cada año.
Dice Sorolla en una carta que :
«Los Beruete hacen su vida, y yo la mía, y pasamos juntos los ratos de comer y un poco de sobremesa después de cenar.»
Pero la evidencia en sus obras les delata ya que los dos pintores se interfieren artísticamente, recogiendo uno las influencias del otro y viceversa.
Sorolla se acerca un poco más nuevo al impresionismo francés, que caracteriza a Beruete, y cambia su pincelada ancha y amplia por una más corta y yuxtapuesta y Beruete cambia su técnica con pinceladas más amplias. En una carta, Sorolla hace un comentario muy interesante de Toledo:
«Este pueblo, instalado una larga temporada, podría ser muy importante para el arte español, modestias aparte. Aquí y no en Madrid deberíamos vivir los que nos dedicamos a la pintura, pues nada hay en Italia y Bélgica que lo iguale, hoy mismo he visto el hospital o iglesia de Santa Cruz, y me he quedado con la boca abierta, cuanta hermosura, qué sería de este pueblo en tiempos de Carlos V.»
«En fin no hay sino deplorar la incuria y la miseria de España….todo desaparecerá, pues lo absorbe todo Madrid, y esto es albergue de cadetes, curas y de pobres que no dejan andar por las calles.»
El monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo pintado por Sorolla en otro de los apuntes.
Como la obra que se puede ver sobre estas líneas, en once días de estancia en la Ciudad Imperial, Sorolla realiza doce lienzos que servirán como estudio preparatorio para el gran panel dedicado a Castilla citado anteriormente.
A su vuelta a Madrid debió producirse el traslado de su familia al Monte de El Pardo ya que su hija mayor, Clotilde cae enferma por una dolencia pulmonar y los médicos como era costumbre en la época le aconsejan abandonar Madrid en busca de aire puro como el de la Sierra de Guadarrama.
Allí se aloja en una finca que llevaba por nombre «La Angorilla», desde donde pinta a su hija en reposo con las montañas al fondo. Plasma el Guadarrama desde distintos puntos y estos cuadros también le servirán para incluirlo en el gran panel de Castilla como fondo.
En el mes marzo de 1912 sigue estudiando los distintos paneles de esa decoración y por esta fecha, comunica a su mujer que ha llegado a Oropesa, en la provincia de Toledo para capturar más tipos con los trajes típicos en la localidad cercana de Lagartera.
En una de sus cartas a su mujer cuenta:
«Llegué a Toledo y busqué durante todo el día tipos para pintar y viendo que nada había decidí tentar fortuna viniendo a Lagartera, pero como el tren no llega más que hasta Oropesa aquí me tienes…»
«Espero empezar mañana por la tarde a pintar, pues hoy llegó el lienzo y las bastidores se los dejaron en Toledo y no llegarán hasta mañana…»
«Con el coche he recorrido bastante, he visitado cosas curiosas pero sobre todo y ante todo, los tipos de Lagartera son extraordinarios, ellos y ellas.»
En la fotografía superior, Sorolla pintando en Lagartera, Toledo.
Esto es algo muy complicado ya que realizar esta composición con esta gran cantidad de figuras totalmente diferentes, muestra la genialidad del artista.
Sorolla pinta en Lagartera, pero de aloja en Oropesa donde le acoge un farmacéutico. Como va a hacer en otras provincias, compra un traje de mujer y otro de hombre, para vestir a modelos a su gusto y pintar así la pose que más le conviene según la composición que tiene pensada para el panel. Hace un comentario indicando que el traje de hombre de Lagartera es muy caro.
En la carta citada anteriormente en la que comenta su llegada a Toledo, hace una observación curiosa que dice así:
«Los valencianos en sus cosas de cerámica son menos artistas que esta gente, y lo curioso es que tienen gran cantidad de platos valencianos como los antiguas que tenemos en casa».
Con ello hace alusión a la gran colección de reflejo metálico de Manises que atesora el Museo Sorolla y que se puede ver si se visita.
El 29 de marzo de 1912 sale hacia Talavera de la Reina, que quiere conocer antes de regresar a Madrid aunque de allí casi que está de paso y n se conserva obra del pintor salvo un dibujo a modo de boceto con algunas notas a modo de referencias y algunas fotografías de la época, ambos expuestos en el Museo Sorolla también.
Es decir, la literatura y el sentimiento que había en España en esa época en la sociedad era propio para que el pintor se inclinara a realizar esta serie de cuadros.
También como he indicado, debido al encargo que le hizo de la Hispanic Society of America. La peculiar situación de la ciudad y por supuesto el pasado histórico han hecho siempre que sea un lugar que reúne las cualidades necesarias para captar su esencia.