Acuarela de un paisaje en una dehesa con flores violetas

En primavera se pueden apreciar este tipo de escenas como en el cuadro de flores que presento hoy aquí. Se trata de un paisaje de unas encinas con un manto de flores violetas, amarillas y blancas. Un atardecer en el que la luz se cuela entre las ramas y los huecos de la arboleda para iluminar de manera tenue el paisaje.

Un paisaje de dehesa con un gran número de flores lilas y moradas que se cruzan con las verdes y amarillas. El cuadro, como gran parte de la pintura que realizo, se acerca al impresionismo con una pincelada menuda y que a medida que se aleja hacia el fondo se empequeñece. El cielo blanquecino con un tono muy suave de gris y alguna tonalidad amarilla contrasta con los colores más vivos de la arboleda y las flores. 

La técnica utilizada en acuarela también permite pintar este tipo de escenas con pinceladas en diferentes direcciones generando consistencia en la composición de la pintura general.

El árbol como motivo principal de la pintura. Paul Cézanne solía abrazar a los árboles cuando pintaba en medio de la naturaleza.

Intentaba que le transmitieran sensaciones que luego plasmaba en sus lienzos, le gustaba huir al campo y mezclarse o confundirse con la naturaleza. Esto le hacía peculiar y diferente ya que en muchos de sus cuadros con figuras humanas se asemejen a árboles siendo sus extremidades el tronco y las ramas.

En el extremo izquierdo y arriba se puede ver el perfil de la montaña en color azulado por la lejanía. Quería retratar, el crepúsculo y sus última luz antes de que el día se convierta en noche.